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HATEnto condena la agresión de tres jóvenes a una persona en situación de sinhogarismo

La pasada semana recibíamos en HATEnto la noticia de la detención de tres jóvenes, uno de ellos menor de edad, por agredir a una persona en situación de sinhogarismo de forma totalmente gratuita en marzo de este año.  

Según informan los medios de comunicación, la persona afectada se vio obligada a acudir a un centro sanitario en el que pudieran atenderle tras la agresión. La Brigada Local de Información inició una investigación y, a través de las cámaras de seguridad existentes en el lugar de los hechos, pudieron identificar a las personas autoras. Así, pudieron proceder a la detención de las personas responsables y dieron comunicación a la Fiscalía Especializada en Delitos de Odio.  

Ante los hechos acontecidos, desde el Observatorio HATEnto, condenamos rotundamente esta agresión y nos solidarizamos con la persona afectada. No obstante, consideramos relevante recalcar determinados detalles de la consecución del proceso de detección, acompañamiento y denuncia que pueden ser esenciales en el abordaje de delitos de odio por aporofobia. 

Primeramente, es necesario visibilizar la importancia de la actuación de la propia víctima del delito. Esta acude a un centro sanitario, y relata los hechos y la experiencia vivida a pesar de tener que enfrentarse a un proceso de posible victimización. Gracias a esta acción, la persona ha puesto en conocimiento de profesionales la vivencia de un delito de odio y, de esta manera, el delito no queda invisibilizado.  

No podemos obviar que, de nuevo, nos encontramos ante una agresión realizada por jóvenes y menores de edad. Por ello, HATEnto señala, una vez más, una tendencia en la disminución de edad del perfil agresor. Según los datos recogidos en 2015, la mayor parte de delitos de odio hacia personas en situación de sinhogarismo son cometidos por varones entre 18 y 35 años.  

Por otro lado, este caso evidencia la gran relevancia que pueden tener los centros sanitarios, sociales o escolares en los procesos de detección de delitos de odio por aporofobia. Los hospitales y centros sanitarios pueden detectar agresiones que puedan ser derivadas de un delito de odio y, por lo tanto, pueden convertirse en espacios valiosos también para informar a la víctima, derivar a los recursos sociales oportunos y ofrecer la información a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.  

Además, el proceso investigador de la brigada policial resulta una pieza esencial en el proceso de denuncia. Estos subrayan la gratuidad de los hechos, la inexistencia de relación entre víctima y agresores y recurren a cámaras de seguridad para probar la agresión. Este ejemplo muestra a la perfección por qué muchas personas en situación de sinhogarismo buscan lugares con cámaras en espacios públicos o, por ejemplo, puertas de bancos en las que pernoctar. En muchas ocasiones, la existencia de cámaras puede aportarles una mayor seguridad en caso de que sean víctimas de delitos de odio y/o agresiones sexuales. 

Por último, la derivación a la Fiscalía Especializada de Delitos de Odio prueba el gran valor que tiene la existencia de una institución en el ámbito fiscal especializada en la materia. Esta resulta esencial para asegurar un proceso de judicialización adecuado, adaptado y respetuoso con la situación y necesidades de las personas en situación de sinhogarismo.  

Casos como el acontecido pueden evitarse cuando las personas cuentan con un hogar seguro y estable en el que habitar. No obstante, mientras siga existiendo el sinhogarismo, resulta esencial contar con una cadena organizada de agentes sociales, jurídicos e institucionales especializados que puedan abordar adecuadamente los delitos de odio motivados por aporofobia.