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Vivir en la calle es incompatible con garantizar el derecho a la salud

Este año la salud no ha dejado de ser noticia. Nos hemos acercado más que nunca a los límites del sistema sanitario y lo que implica en nuestras propias vidas la gestión del mismo. Hemos conocido el esfuerzo y las grandes dificultades del personal médico, las consecuencias de que te atrasen una cita en el especialista o el abismo que crea tener problemas de salud pero que no haya un sitio donde acudir o llamar.

En el caso de las personas en situación de sinhogarismo además tienen que enfrentar múltiples barreras.

Una de estas personas ha sido Nikolai, que tras 14 años en situación de calle ha accedido a una vivienda basada en la metodología Housing First.

Nikolai padece epilepsia y tiene síndrome de Korsakov, por lo que le es imprescindible una atención médica adecuada a la que él acude periódicamente. Además, tenía alguna operación de traumatología pendiente. Fue justo la unidad de traumatología quien le llamó anunciándole que estaba el primero de la lista de espera pero que sus datos no aparecían en la seguridad social y por tanto le tenían que sacar de la operación.

En este momento comienza un periplo entre trabajadoras sociales del ambulatorio, de servicios sociales, llamadas sin respuesta al INSS y si un lugar físico al que acudir, intentos de atención por profesionales, conflictos con las administrativas del centro que le tratan irrespetuosamente, y todo sin obtener ninguna solución, ya no a la operación que esperaba sino al acceso de una receta para su medicación.

El problema parecía ser un trámite administrativo relativo al padrón. La consecuencia de este trámite administrativo que nadie parece saber cómo resolver, es terrible: Nicolai, sin medicación, termina ingresado en la UCI durante tres semanas, lo que le provoca un deterioro cognitivo mayor.

A día de hoy aparece dado de alta en algunas bases de datos, pero en otras no, tanto Nikolai como las trabajadoras de HOGAR SÍ que le acompañan aseguran que si no fuese por la intervención de YO SÍ Sanidad Universal, hoy no lo contaría.

La salud es un derecho básico como recoge la Declaración Universal de los Derechos Humanos, sin embargo, a día de hoy, un 20% de personas en situación de sinhogarismo no tienen tarjeta sanitaria.

Sin embargo, algunas personas, en especial aquellas como Nikolai, que enfrentan a la vez una situación prolongada de sinhogarismo, un proceso migratorio  y varios asuntos de salud física y mental, muchas veces tienen difícil acceso, tanto por limitaciones burocráticas como por zancadillas que la propia administración pone. Cuando Nikolai llegó al centro médico, en ventanilla le llegaron a espetar: “¿Y a ti que te pasa, por qué hablas así que no te entiendo?”.

Un trámite burocrático no puede ser la razón por la que alguien termina en una UCI tres semanas. Menos aún en momentos como la pandemia, en que no nos podemos permitir el uso de un recurso tan valioso si es tan evitable como dar una receta, sin mencionar el coste extra que supone.

Desde HOGAR SÍ, trabajamos para asegurar el acceso de todas las personas a los servicios de salud y en condiciones de dignidad y respeto. Continuamos con el contacto constante a las administraciones públicas con el fin de mejorar la atención. También apostamos porque estos servicios se adapten a las realidades de las diferentes personas, en este caso, a aquellas que han sufrido una situación de sinhogarismo. Las viviendas de recuperación de la salud proporcionan una atención en tratamientos específicos y aseguran una respuesta especializada de calidad que combina la intervención social y sanitaria, y tiende además puentes de colaboración entre las redes de atención (sociales y sanitarias).  Las mejoras son notorias en tan solo 6 meses, tanto en salud general como en bienestar físico y emocional.

Si a ti también te indigna esta situación, implícate para acabar con el sinhogarismo.