8M: Ante la vergüenza y soledad, visibles y con hogar
Los datos oficiales dicen que el 23% de las personas en situación de sinhogarismo son mujeres (INE, 2022). Creemos que este dato se aleja mucho de la realidad, en la calle hay muchas más mujeres, pero se esconden por su seguridad. Por eso ellas no salen en las estadísticas. Por eso no conocemos cómo es su realidad.
Más allá de las cifras, porque una sola persona en la calle ya son muchas, nos hemos querido acercar a las mujeres que han sufrido sinhogarismo. Para ello nada mejor que pasar un rato con ellas en la que ahora es su casa, su hogar.
Las palabras que más hemos escuchado han sido vergüenza y soledad. Vergüenza por no mantener su casa, por sufrir un desahucio y terminar en la calle, porque le han echado de su trabajo como interna y no tiene donde ir, por no ser capaz de asegurar una vivienda a sus hijas e hijos, a no ser una buena madre, una buena hija, “una buena mujer que cuida de una casa, porque no tiene una casa donde hacerlo”, decía Thalía. Las mujeres, todas, deberían de tener el derecho a rebelarse de los mandatos de género, pero ¿cómo si no tienes un lugar seguro desde el que poder hacerlo? Si, como Rita, no tienes una casa donde ir cuando sufres violencia de género. Si, como Amira, no hay quien escape de unas condiciones de empleo de hogar forzosas porque no conoces a nadie, no te ha dado tiempo en lo que llevas en este país, y no puedes alquilar nada porque te pagan solo con techo y una comida al día.
Soledad porque en la calle no te puedes fiar de mucha gente, porque ponerte enferma tras un proceso migratorio te deja sin redes, sin trabajo y sin forma de poder buscarte la vida, porque, como Sagrario, te has ido aislando al huir de una relación abusiva y no tienes casa donde recuperarte de una estancia hospitalaria grave, ya que la portería de la comunidad de vecinos donde habitabas está ahora alquilada. Soledad de dormir en un mausoleo familiar para estar protegida “a mí los muertos no me dan miedo, me dan miedo los vivos”, nos contaba Vicky. Soledad, porque el sistema que debía de proteger tus derechos te ha fallado.
Pero también nos hablan de fortaleza: “se necesita mucha fuerza para sobrevivir, para llegar a aquí” dice Patricia. Se necesita mucha fortaleza para contar sus propias historias, porque confían que ayude a visibilizar la historia de otras mujeres, porque esperan que su vivencia sirva para que nadie más vuelva a vivir en la calle. Fortaleza para mantener sus sueños: Vicky no pierde la esperanza de llegar a ser misionera, Patricia de consentir a sus nietos, Thalía de ayudar a otras mujeres en su país de origen, Amira de volver a ver a su familia, Beatriz de recuperar su salud, Blanca de encontrar su lugar o Sagrario de poder volver a pasear a sus perros.
Y en HOGAR SÍ soñamos con que no se invisibilice la vida de ninguna mujer más, y con que nadie, nunca, tenga que vivir en la calle.
#VisiblesYconHogar
Ruth Caravantes Vidriales, técnica de Investigación de HOGAR SÍ