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#13 víctimas de aporofobia

Durante este mes, desde HOGAR SÍ hemos impulsado la campaña #SinAporofobia para alertar acerca de los delitos de odio y concienciar acerca de la aporofobia que sufren a diario las personas en situación de sinhogarismo. Esta campaña ha contado con el apoyo de 13 artistas conocidos como José Manuel Seda, Irene Arcos, Lucas Nabor, Bernabé Fernández, Eduardo Velasco, Enric Auquer, Raquel Pérez, Alex O’dogherty, Eva Llorach, Ana García, Beatriz Rico, Ignacio Mateos y Fernando Vaquero, a las que se unió Almagro San Miguel.

13 artistas que han interpretado los testimonios de 13 víctimas de delitos de odio por aporofobia. Según datos presentados por HOGAR SÍ y el Observatorio de Delitos de Odio HATEnto, el 47% de las personas en situación de sinhogarismo ha sufrido un incidente o delito de odio. Asimismo, alrededor del 21% ha sufrido robos de sus pertenencias y un 23% habría sufrido agresiones de carácter físico 

Estos datos y estos trece testimonios tienen rostro y una historia de vida detrás. La historia de Fredy, un hombre de 53 años que perdió su trabajo y con ello el único medio que tenía para pagar su alquiler. Cuando le dijeron “qué asco me das” llevaba 3 meses en situación de calle, todavía no se podría creer como había llegado a esa situación y sentía una profunda vergüenza y sentimiento de culpabilidad por ello. El sinhogarismo es un fenómeno multifactorial, pero en esencia es la negación del derecho a la vivienda. Es decir, nadie llega a esta situación por decisión propia y no se trata de “haber tomado una mala elección”, sin embargo, como le pasó a Fredy, la discriminación que viven a diario puede derivar en violencia por aporofobia, si no se combate, y existe el riesgo dequelas víctimas normalicen la discriminación y generen sentimientos de culpa, vergüenza y miedo. No todas las personas en situación de sinhogarismo han sufrido delitos de odio, pero todas las personas que viven en la calle sienten miedo a poder sufrirlas. Sin duda, el miedo constante es una emoción que paraliza y determina el carácter, las capacidades y el ánimo de las personas en situación de sinhogarismo de manera tan negativa que puede imposibilitar el desarrollo de procesos de salida de la exclusión social y residencial. 


El miedo aumenta por la noche, no en vano, el 60% de los delitos de odio contra personas en situación de sinhogarismo se producen en lugar donde duermen. Como le pasó a Florín, un hombre de 44 años que tuvo que moverse de la provincia de la que vivía por problemas familiares. Una noche, recibió un ataque por parte de un grupo de jóvenes que estaban de fiesta y le rompieron dos costillas. Nos cuentan las personas que es más seguro no dormir en sacos, ya que, si te atacan, te puede pasar como a él, que no te dé tiempo a salir. Para las personas en situación de sinhogarismo dormir se convierte en una actividad de riesgo.  

La misma suerte corrió Lalo, un hombre de 44 años al que le costó varios meses recuperarse físicamente de la agresión que sufrió en el cajero en el que dormía. No es coincidencia, el 24% de las agresiones se producen por hombres jóvenes que están de fiesta. Lalo siente que las personas en situación de sinhogarismo se convierten en el objeto de diversión de algunos chavales, que les insultan y les agreden durante la noche. Para que actúen de esta forma, es evidente que los chicos deben tener creencias basadas en la intolerancia y los prejuicios hacia las personas sin hogar, que les deshumaniza y cosifica. La invisibilización de los delitos de odio contra las personas sin hogar son la consecuencia más grave de esta construcción social. Nombrar la violencia es, sin duda, el primer paso para erradicarla. 

La violencia estructural que afecta a todas las mujeres se ceba de manera extraordinaria con las mujeres que se encuentran en extrema vulnerabilidad. El 60% de las mujeres en situación de sinhogarismo afirman haber sufrido algún incidente o delito de odio. Además de las tipologías de violencia que comparten con sus compañeros, se produce violencia específica por su condición de mujeres. El 24% denuncia haber sufrido agresiones sexuales.  

La violencia de género, además, juega un papel fundamental en la vida de las mujeres en situación de sinhogarismo. El caso de Carmen no es un caso aislado, resulta complicado encontrar a una mujer en esta situación que no tenga detrás experiencias como víctima de violencia. Ella huyó de su municipio por la violencia que sufría por parte de su marido. Una vez llegada a la nueva ciudad no encontró medios para alquilar una casa y se vio durmiendo en la calle. Tenía 40 años cuando sufrió la agresión sexual que nos relata Irene Arcos.  

Peor suerte corrió Anetta. Llego a la ciudad donde sufrió la agresión huyendo de represalias por denunciar a su expareja por violencia machista. Estaba desorientada, buscando un albergue donde pasar la noche ya que tenía miedo a pasarla en la calle. Un hombre le ofreció alojarla esa noche y eso se convirtió en una auténtica pesadilla. La violencia que sufrió fue extrema, meses después de la agresión, la víctima sufría hemorragias vaginales con frecuencia. Denunció las agresiones sexuales aquella noche, pero no sabe que ha sucedido con el proceso. Abandonó, de nuevo, esa ciudad por miedo a encontrarse con su agresor.  

Estos son algunos de los testimonios que hemos recogido en la campaña #SinAporofobia porque queremos insistir que vivir en calle expone a las personas a sufrir incidentes y delitos de odio y no pararemos hasta lograr que eso pare. Vivir en la calle mata y por eso en HOGAR SÍ, apostamos por soluciones estables de vivienda, porque queremos acabar con el sinhogarismo desde su raíz.  

Únete a HOGAR SÍ porque juntos podemos acabar con la aporofobia.

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