El término aporofobia fue acuñado por Adela Cortina e incluye desde la invisibilización, los insultos o las vejaciones hasta la violencia física, agresiones sexuales u homicidios.
Los delitos de odio suponen una grave vulneración de los derechos humanos. Consisten en una infracción penal en la que el agresor expresa odio o discriminación hacia un colectivo que se identifica con características comunes como el origen nacional o étnico, el lenguaje, el color, el sexo, o la orientación sexual.
Esta práctica aporófoba pretende impedir por medio de elementos arquitectónicos el establecimiento de personas en espacios públicos sin ofrecer una alternativa a las personas afectadas.
Por esta razón, animamos a la Federación Española de Municipios y Provincias a analizar esta situación y comprometerse a desterrar los elementos de arquitectura hostil de nuestras ciudades y pueblos al tiempo que buscan dar respuesta esta problemática.
Las escasas cifras disponibles afirman que el 60% de las mujeres señalan los episodios de violencia como la causa directa de su situación de sinhogarismo (Asociación Aires, 2019). Esto quiere decir que muchas mujeres llegan a la situación de sinhogarismo por capítulos continuados de violencia sufrida en el contexto familiar o de pareja por el hecho de ser mujer. Pero también nos habla de un sistema de protección que, lejos de reparar el daño, las deja en una situación aún más vulnerable.
Una vez llegadas a esa situación, lo que se encuentran no es mucho más esperanzador. Según el Observatorio HATEnto, el 60% de las mujeres sin hogar entrevistadas ha sufrido incidentes o delitos de odio por aporofobia (el 19% son agresiones sexuales). La última Macroencuesta de violencia contra la mujer de la Delegación de Gobierno contra la Violencia de género (2019) señala que el 13.7% de las mujeres han sufrido algún tipo de agresión sexual en sus vidas. Es decir, mirando estas cifras, podemos afirmar que la situación de sinhogarismo aumenta la posibilidad de sufrir algún tipo de violencia sexual, alargando el historial de violencias que vienen sufriendo estas mujeres.
Según el observatorio HATEnto, la mayoría de las agresiones son realizadas por hombres jóvenes de 18 a 35 años en contexto de ocio nocturno.
Estos entornos, que deberían ser de diversión y disfrute, se convierten muchas veces en escenarios de violencia y discriminación, afectando profundamente a quienes son víctimas de estas agresiones. Es fundamental concienciar sobre esta problemática y trabajar en la prevención para garantizar la seguridad y el bienestar de todas las personas.
Las personas que viven en la calle se enfrentan a la estigmatización, aislamiento, invisibilización o discriminación por parte de la sociedad, lo que agrava aún más su situación. La comunidad es una pieza fundamental para superar el sinhogarismo. Cuando una persona deja de ver a un colectivo, se libera de sus prejuicios y entra en contacto con una persona que no tiene hogar y la actitud cambia por completo. De hecho, el mecanismo del odio es el contrario: no entras en contacto con ninguna persona, sino que la incluyes en un grupo lejano, de diferentes, apartado de tu realidad y del que no te sientes responsable. Es el paso previo, el que allana el camino para el odio y la agresión.
Según datos del observatorio HATEnto, el 68% de los testigos de estos delitos un delito de odio no actuaron. Esto destaca la importancia de la solidaridad y la intervención activa de la comunidad en la protección de los derechos y la seguridad de todas las personas. Se necesita más formación y especialización para dar una respuesta adaptada a las necesidades del denunciante. Además, la educación es esencial, hay que hablar de estas cosas en los colegios e institutos y también hay que sensibilizar al resto de la población.
Según el observatorio HATEnto, casi la mitad de las personas en situación de sinhogarismo ha sufrido incidente o delito de odio. Estas personas, ya en una situación de vulnerabilidad por no tener un hogar, se enfrentan además la criminalización de la pobreza y la hostilidad hacia las personas que lo sufren, lo que agrava aún más su situación.
Alarmantemente, solo el 13% de las víctimas denuncia. Las razones son múltiples: desconocimiento de los propios derechos, desconfianza en las instituciones y equipos profesionales, falta de testigos o vergüenza por reconocer que han sido víctimas de una agresión. También ocurre que, si se encuentran en situación irregular, les da miedo acudir a una comisaría y que puedan recibir una orden de expulsión.
Puedes contribuir a resolver un problema social tan grave como el sinhogarismo. Con tu ayuda podemos conseguir que ninguna persona viva en la calle y que tengan acceso a una vivienda