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Cuando se apagaron las luces…

Cuando las luces se apagaron ayer, muchos de nosotros sentimos por primera vez la fragilidad de lo que dábamos por sentado. Un simple clic y la electricidad dejó de fluir, las luces se apagaron, el Wi-Fi desapareció. En aquel instante, sin televisor, sin móvil, sin tener claro lo que duraría, fuimos catapultados a un simulacro de lo que viven a diario más de 37. 000 personas sin un hogar en España.

Como contábamos en nuestras redes, desde HOGAR SÍ, todas las personas tuvimos que enfrentarnos a dilemas que no se dan en nuestro día a día: ¿cómo me informo si no funcionan ni la televisión ni internet? ¿cómo voy a conservar los alimentos o a cocinar sin electricidad? ¿Intento contactar con mis familiares o reservo la batería de mi teléfono móvil? Esto, que lógicamente nos generó quebraderos de cabeza y situaciones de angustia a todas las personas, es solo una fracción de lo que una persona que se ve obligada a vivir en la calle sufre a diario.

Además, a otros miles de personas el apagón les sorprendió lejos de sus casas y sin forma de volver a ellas, ya que los trenes no funcionaban, los vuelos acumulaban retrasos y los viajes por carretera no eran aconsejables. Eso hizo que centenares de personas se vieran obligadas a dormir en las estaciones de tren de todo el país, experimentando eso que en HOGAR SÍ repetimos como un mantra: que encontrarse bajo techo no es lo mismo que tener un hogar, porque en esos espacios habilitados como refugios de emergencia faltaba la comodidad del sofá de casa, la sensación de seguridad que da poder cerrar la puerta con llave y la intimidad que nos ofrece nuestra propia habitación.

El apagón, por suerte, ha tenido una rápida solución: se ha restablecido el suministro eléctrico, el transporte ya presta servicio y la normalidad va volviendo a nuestras calles, a los comercios y a nuestros hogares. Desgraciadamente, esta normalidad no incluirá a una gran mayoría de las 37. 000 personas que se encuentran en situación de sinhogarismo en nuestro país, ni su situación se resolverá tan rápido, ya que el 70 % lleva al menos un año y el 40% lleva tres o más años en esta situación, algunas incluso décadas y es que algo tiene que cambiar.

Igual que fue posible solucionar el apagón, es posible resolver el sinhogarismo. En HOGAR SÍ hemos encontrado una receta donde las evaluaciones nos dicen que funciona: combinando el acceso a la vivienda lo más rápidamente posible, los apoyos flexibles y personalizados y un trabajo para que reconecten con sus redes personales y comunitarias las personas logran no solo que dejan de vivir en la calle, sino que resuelven su situación de sinhogarismo y por tanto de utilizar los recursos de este sistema de atención.

En HOGAR SÍ tenemos un reto: que ninguna persona viva en la calle, y estamos convencidos de que es posible lograrlo. Tendemos la mano a administraciones públicas, entidades sociales, cívicas y del Tercer Sector, empresas y a toda la ciudadanía en general para conseguirlo, porque, igual que somos capaces de restablecer el suministro eléctrico de todo un país en menos de 24 horas, tenemos el deber resolver la grave vulneración de derechos que supone la situación de sinhogarismo en la que viven miles de personas en nuestras calles. Existen las herramientas, movilicemos los recursos.

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