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Los datos y la transformación del sistema de atención al sinhogarismo

2022 va a ser un año clave en términos de políticas públicas para acabar con el sinhogarismo y garantizar el derecho a la vivienda en nuestro país. 

La Estrategia Nacional de Desinstitucionalización que contempla el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia representa una oportunidad de cambiar nuestro modelo de cuidados de larga duración. Esta Estrategia debe suponer una revisión profunda del sistema de atención al sinhogarismo, transitando hacia metodologías basadas en la personalización de los apoyos y la respuesta en entornos comunitarios. 

Para medir el éxito de esta Estrategia habrá que tener muy en cuenta los datos disponibles acerca de este fenómeno y mejorar la recolección y rigurosidad de éstos. Sólo mediante un análisis profundo podremos identificar las necesidades de las personas en situación de sinhogarismo y atajar la brecha que existe con los servicios que ofrece el sistema de atención. 

Por el momento, si miramos la evolución de los datos que nos ofrece la Encuesta de Centros y servicios de Atención a personas sin hogar de 2016 a 2020, tiempo en el que estuvo vigente la anterior estrategia de sinhogarismo, vemos que la gran mayoría de las personas en situación de sinhogarismo siguen estando alojadas en albergues y alojamientos colectivos. Así, en 2020, sólo un 31% de las personas sin hogar se alojaba en pisos o apartamentos, frente a un 69% que pernoctaba en alojamientos colectivos. No observamos un gran avance respecto a 2016, cuando los pisos y apartamentos representaban un 28% del total frente a un 72% de alojamientos colectivos.  

En este periodo sí se ha producido un avance muy significativo en cuanto a número de viviendas de metodología Housing First, que han crecido de 152 en 2016 a 439 en 2020 (lo que supone un aumento de un 188%). Aunque valoramos positivamente esta tendencia al alza, consideramos que el número total de viviendas que siguen este modelo continúa siendo muy reducido, teniendo en cuenta que una importante proporción de las 33.000 personas sin hogar que hay en nuestro país tiene largas trayectorias vitales de sinhogarismo y necesidades complejas a las que esta metodología podría responder.  

En cuanto al origen de los fondos, se observa un aumento en el porcentaje de centros cuya financiación es predominantemente pública (84% en 2020 frente a 77% en 2016). Sin embargo, se ha producido un descenso en el número de centros de titularidad pública, que constituyen el 25% en 2020, frente al 27% de 2016. Estos datos nos indican, por un lado, que la administración traslada cada vez más la responsabilidad de liderar los programas de sinhogarismo a entidades privadas, fundamentalmente del tercer sector, pero por otro, que su capacidad de determinar cómo debe funcionar el sistema de atención al sinhogarismo aumenta, ya que es el financiador principal de la inmensa mayoría de los recursos de atención al sinhogarismo. 

Asimismo, los datos de 2020 revelan un crecimiento en el número de profesionales asalariados que trabajan en el sistema de atención (un 48,5% en 2020 frente a un 33,90% en 2016). Aunque esto es una buena noticia, ya que representa una tendencia a la profesionalización del sector, hay que destacar que más de la mitad de las personas que participan del sistema de atención al sinhogarismo siguen siendo voluntarias, religiosas o personas en prácticas. Un sistema con un enfoque de derechos debe basarse fundamentalmente en personal profesional que garantice una atención adecuada y continúa en el tiempo. 

Como conclusión, consideramos que una de las formas de verificar si estamos avanzando hacia un verdadero cambio en el modelo de cuidados basado en derechos y en la desinstitucionalización de las personas, será analizar si hay cambios significativos en las futuras encuestas que haga el INE. Hablamos de que el reto es ver un aumento relevante del porcentaje que suponen las plazas de alojamiento en vivienda, del crecimiento de plazas bajo la metodología Housing First y también del porcentaje de profesionales especializados atendiendo en el sistema. 

Pero no sólo necesitamos ver una evolución en los datos que arroja la encuesta. También debemos ajustar los parámetros de medición al nuevo paradigma desinstitucionalizador, transitando de preguntas muy centradas en el sistema de atención tradicional a otras cuestiones clave que se producen en el contexto de una vivienda y que a menudo no son tenidas en cuenta. De esta manera, podremos evaluar mejor el alcance del sinhogarismo y la respuesta que se da a este fenómeno por parte del sistema de atención desde una óptica de derechos. 

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