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Sinhogarismo y toque de queda: la punta del iceberg

“Bruselas dará un ‘certificado de no vivienda’ a las personas sin techo para que puedan seguir durmiendo en la calle a pesar del toque de queda que comienza este lunes a las 22.00 horas” esta es la noticia de un medio de comunicación que acumula en estos momentos 3.500 retweets, 2.900 de ellos citados, que suele ser un indicador de la enorme controversia que genera una publicación.

Resulta alentadora la indignación que generan los parches y soluciones parciales que las administraciones se están viendo obligadas a poner en marcha para adaptar las medidas restrictivas de movilidad y estancia en la vía pública a causa de la pandemia pensando en las personas en situación de sinhogarismo.

La primera ola pudo haber tomado a las administraciones por sorpresa, en España se invirtieron al menos 11 millones de euros procedentes del fondo social habilitado por el Gobierno en recursos para personas en situación de sinhogarismo. En todo el territorio se abrieron al menos 7.000 plazas de alojamiento adicionales a las aproximadamente 20.000 que ya existen.

Estas plazas tuvieron dos particularidades: en su mayoría eran plazas en albergues y otras instalaciones de carácter colectivo y se cerraron a los pocos días o semanas de que terminara el confinamiento, incluso algunos antes de que finalizara el estado de alarma devolviendo a las calles a la mayoría de las personas que alojaron. Estos datos ponen además de manifiesto la realidad que ya veníamos sospechando y es que cada día, con pandemia o sin pandemia, faltan miles de plazas para que personas en situación de sinhogarismo no se vean obligadas a vivir en las calles, miles de personas ven vulnerados sus derechos y se ven expuestas a todo tipo de peligros.

En España, no se han hecho estudios de incidencia del virus en la población en situación de sinhogarismo, pero un estudio realizado por Médicos Sin Fronteras en París señala cifras preocupantes sobre cómo afecta a las personas que se ven obligadas a vivir en albergues (el 50% de las personas estudiadas se habían infectado). Por eso, el miedo al virus y la falta de adaptación de los recursos colectivos a las necesidades y a la realidad de las personas sin hogar hace que, por mucho que nos pueda costar entenderlo desde el calor de nuestros hogares, algunas personas en situación de sinhogarismo rechazan acudir o permanecer en estos recursos. Esto supone un enorme reto para garantizar su bienestar y también para que no sean hostigadas ni penalizadas por los servicios policiales por violar las instrucciones de confinamiento o toques de queda, lo que lleva a las administraciones a tomar medidas que nos llenan de indignación, pero que son la punta del iceberg de un sistema que lleva décadas sin dar una respuesta adecuada a las personas que carecen de un hogar. Como muestra, el dato de que en España el 44% de las personas en situación de sinhogarismo llevan tres o más años en esta situación.

Si algo nos está enseñando esta crisis sanitaria es el importante papel que cumple disponer una vivienda adecuada donde protegerse y poder desarrollar un proyecto de vida. En el caso de una situación en la que el distanciamiento social y la higiene son fundamentales resulta todavía más crítico disponer de un hogar. Por eso insistimos en que esta crisis debe servir para empezar desde ya mismo a poner en marcha soluciones que aborden del problema desde una perspectiva estructural y que tengan un carácter permanente y eso pasa necesariamente por garantizar el acceso a una vivienda y los suministros necesarios.

Porque vivir en la calle mata y tener un hogar cura. Apoya nuestra causa.

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